Como maestra de primero primaria, implementar un huerto escolar es una experiencia educativa rica en aprendizajes significativos. Esta actividad permite que los niños exploren la naturaleza de forma directa, despierten su curiosidad y desarrollen valores como la responsabilidad, el trabajo en equipo y el respeto por el medio hambiente.
Hacer un huerto escolar con niños pequeños también me desafía como docente a ser más creativa, paciente y flexible. Muchas veces adaptamos los materiales al entorno rural, reutilizamos recursos, y aprendemos juntos a través de la experiencia. Pero, sobre todo, me permite sembrar en ellos el amor por la naturaleza.
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